Sofisticado y sobrio, el smoking no podía ser sino de origen inglés. Fue creado en 1960 por el sastre británico, Henry Poole, como prenda de etiqueta para que los hombres asistieran a cenas en las que se permitía fumar.
Salvo rebeldes con marcada personalidad, como Marlene Dietrich -la primera mujer que lució esta prenda-, no fue hasta 1967 cuando se introdujo en el armario femenino.
Fue el diseñador francés Ives Saint Laurent el ideólogo de la revolución. Rompió los moldes de la moda femenina apostando por una pieza prohibida para las mujeres de la época. “A partir de ese día, la sociedad tomó conciencia de que la mujer adquiría poder”, explica Pierre Bergé, pareja y colaborador del diseñador.
A pesar de las críticas de algunos periódicos y de los sectores más conservadores de la sociedad europea, las celebrities de la época no dudaron en portar este símbolo de ambigüedad, poder y libertad. Bianca Jagger, Catherine Deneuve, Liza Minelli y Lauren Bacall… son algunos de los nombres.
Ahora, convertido en un clásico, es una fuente de inspiración para modistos, que lo reinventan una y otra vez.
Las mujeres tienen potestad para lucirlo sobre la piel desnuda o sobre una delicada lencería. De cualquier modo, no veo mejor manera de entrar en el nuevo año.
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